Como lo leéis. Salir a caminar regularmente disminuye los niveles de triglicéridos, oxigena la sangre y recarga de energía todos nuestros órganos.
Además, si a esto añadimos que el paseo sea en espacios naturales tiene un sinfín de beneficios no solo para nuestra salud física, sino también para nuestra salud mental: provoca que nuestro cerebro produzca serotonina, la hormona de la felicidad. ¡Y no solo esto! También aumenta la producción de endorfinas, nuestros analgésicos naturales, generando sensación de bienestar.
No hay duda: al aire libre, se aprende y se vive mejor.