En esta temporada en que ya empieza a hacer un poco más de fresquete y nos apetece comprar un cucurucho de castañas recién asadas (mientras paseamos entre las luces navideñas), os presentamos al castaño (Castanea sativa).
El castaño es un árbol de gran tamaño de la familia de las fagáceas, como las hayas, los robles o las carrascas, por ejemplo. Su origen es controvertido. Se cree que es originario de Asia menor y dice la leyenda que fue el Imperio Romano quien introdujo la especie en Europa y, en concreto, en la península Ibérica, por su gran afición a este fruto. Sin embargo, estudios recientes desvelan que estos están aquí presentes desde tiempos muy anteriores a los romanos. En España se puede encontrar en casi todo el territorio, especialmente en zonas un poco más montañosas y húmedas. Aquí en la provincia destaca por ejemplo en la Sierra de Espadán.
Este árbol es de hoja caduca y puede llegar a alcanzar los treinta metros de altura y 150 cm de diámetro de tronco, o incluso más en el caso de algunos ejemplares de gran edad. Destaca también por su longevidad, ya que puede llegar a ser milenario. Su tronco se va ensanchando y volviendo cada vez más hueco al pasar los años, pudiendo acoger en su interior a varias personas. Alrededor de mayo-junio aparecen sus flores, muy apreciadas por las abejas, que elaboran una deliciosa miel de flor de castaño.
Se ha cultivado tanto por su madera, utilizada para leña y construcción, como por sus frutos, las castañas. En cuanto a esta, está recubierta por una capa con espinas llamada erizo, de color verde y que se vuelve de un tono marrón al llegar el otoño, dando lugar a este fruto seco. La temporada de castañas podemos decir que empieza en el mes de octubre y dura hasta diciembre.
Durante muchos años, en España constituyeron junto a las bellotas una de las bases de la alimentación antes de que las patatas y los cereales las fueran sustituyendo. Son muy nutritivas y pueden comerse crudas, asadas, confitadas y de mil maneras más. Es un fruto seco rico en fibra, vitaminas del grupo B (importantes para combatir la fatiga física y mental y la anemia, entre otras cosas) y minerales como potasio, magnesio, hierro, fósforo, etc. Al contrario que la mayoría de frutos secos, contiene muy poca grasa, siendo más rica en hidratos de carbono, por lo que constituyen una buena fuente de energía. Este alto contenido en hidratos de carbono hace que la harina de castaña sea un buen sustituto de la de trigo en las dietas celíacas.
Así que… ¿Aún con más ganas de ir a la plaza Mayor a por ese cucurucho de castañas calentitas? ¿O de buscar una receta navideña con este fruto seco como base?