En esta ocasión venimos a presentaros a la garduña. Un mamífero de tamaño medio, demasiado desconocido para la población, y con grandes habilidades.
Comencemos por lo básico. Nuestra amiga la garduña se caracteriza por su cabeza triangular, sus orejas puntiagudas, su pelaje marrón con una mancha blanca que va desde la garganta hasta el pecho, su larga y peluda cola y por ser ligeramente paticorta. Lo cierto es que es difícil verla y no quedarse abobado por su carita tan adorable.
Es un animal nocturno y crepuscular, como la gran mayoría de los mamíferos de nuestros bosques mediterráneos. Pertenece a la familia Mustelidae, por lo que es familia del tejón, las nutrias, las comadrejas, etc. ¡Ojo! No se trata de la Marta, ya que esta tiene patas más cortas, orejas más pequeñas, y la característica mancha de su pecho es amarillenta en vez de blanca.
La garduña habita los territorios del sur de Europa y parte del continente asiático, en zonas boscosas y rocosas. Y que no os engañe su carita y su tamaño, porque es un depredador nato. Se alimenta principalmente de micromamíferos y pequeñas aves, aunque también come huevos, insectos, miel, y en época otoñal suele consumir también frutos y bayas –aunque, sin duda, su comida favorita es la carne-.
Se trata de un animal solitario -salvo en la época del celo- que se refugia en pequeñas madrigueras naturales que encuentra en zonas rocosas o en el suelo, incluso en antiguas madrigueras abandonadas por otros animales.
Es un animal que se ha visto -y se ve- gravemente afectado por la destrucción de los hábitats naturales por la actividad humana y por la caza ilegal, debida a su bonito pelaje. En 2023 aún tenemos que estar recordando que estos animales comparten el territorio con nosotros, de hecho ya lo disfrutaban miles de años antes de que llegásemos a ser Homo sapiens.