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ESPECIE INVITADA: La ruda silvestre o «Ruta montana»

Hoy presentamos a la ruda silvestre. Se trata de una fanerógama perteneciente a la familia Rutaceae, de la que también forman parte especies como el limonero o el naranjo. Se encuentra dispersa por diferentes puntos de la cuenca mediterránea, incluyendo la península Ibérica. Presenta un tallo alargado de base leñosa que ramifica en la parte superior, dando lugar a densas agrupaciones de flores amarillas en sus extremos. Llega a crecer hasta los 25-70 cm de altura, siendo habitual encontrarla en matorrales y pedregales soleados.

Sumerios, egipcios, hebreos o romanos ya apreciaban en la antigüedad las cualidades de esta planta, no solo por sus atributos culinarios y medicinales, sino también por sus propiedades mágicas. Los magos celtas recurrían a ella en muchos de sus rituales, y en la Edad Media era empleada como remedio contra la brujería, representando un poderoso escudo protector contra la magia negra.

Al margen de cuestiones esotéricas, la ruda silvestre es una planta con la que hay que tomar ciertas precauciones dada su elevada toxicidad. Su olor suele desagradar a muchas personas, llegando a permanecer en las manos incluso después de varios lavados. En este sentido, hay que ser muy precavidos antes de tocarla, ya que al contacto con nuestra piel provoca fotosensibilidad, lo que puede traducirse en graves quemaduras solares. Como veis, la ruda silvestre hace honor a su nombre a la hora de marcar distancias con los demás. Ante este tipo de plantas lo mejor es guardarse en salud y aplicar la infalible regla de “mírame y no me toques”.

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