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LAS 7 ERRES DEL CIUDADANO (CONSUMIDOR) ECOLÓGICO:

11 de marzo de 2014

Las personas, y no las marcas, somos la base del sistema económico y productivo. Somos, a su vez, las principales responsables del impacto ambiental en el planeta. Y lo sabemos bien. Por ello, nuestras decisiones de compra y de vida, nuestros comportamientos individuales y colectivos como ciudadanos del mundo cambian las tendencias del mercado, modifican el aprovechamiento que hacemos de la naturaleza y, con ello, la relación del ser humano con el medio ambiente.

Muchas veces solo pensamos en el Reciclaje como la única acción ambientalmente positiva dentro del ciclo de vida de los productos que consumimos. Nada más lejos de la realidad: el proceso es muy largo y empieza en un lugar muy cercano a nosotros, tan cercano que está dentro mismo de nuestra cabeza: el cerebro. La Reflexión, la primera de las “7 Erres del Ciudadano Ecológico” que recordamos aquí abajo con ayuda de la revista Consumer, es tan o más importante que cualquier decisión ambiental en el ámbito de la macro-política, y es tan solo el inicio de una serie de sencillísimas acciones que podemos llevar a cabo individualmente para que nuestr@s hij@s y niet@s no nos vean como la generación que lo tuvo todo y les dejó sin nada.

¿Cuántas de estas lleváis a cabo en vuestra vida? Seguro que más de las que pensáis:

1. Reflexionar

La información y la educación ambiental son claves para que los ciudadanos podamos repensar nuestra manera de consumir, sabiendo de antemano que formamos parte de un todo interrelacionado: la naturaleza. Decisiones coherentes con esta postura podrían ser:

–          Preguntarse: ¿realmente necesito esto?

–          Elegir bienes y servicios ambientalmente comprometidos.

–          Caminar e ir en bicicleta siempre que se pueda en lugar de a motor, huyendo en lo posible del uso de combustibles fósiles.

–          Comer alimentos cercanos (de Kilómetro Cero) y de temporada.

–          Vestir con fibras naturales, acudiendo incluso a tiendas de segunda mano, etc.

 2. Rechazar

Debemos intentar no comprar  productos no reciclables, tóxicos o no biodegradables.  Por ejemplo, hay productos ecológicos para limpiar la casa, incluso los puedes fabricar tú mism@. Mirando las etiquetas y conociendo los símbolos de reciclaje sabremos si los materiales se recuperarán al final de su vida útil o si, en su fabricación, consumen gran cantidad de recursos forestales, hídricos, pesqueros, etc. Los sellos FSC, MSC, los productos ecológicos y de comercio justo, etc., también nos aseguran el respeto a la sostenibilidad de los recursos naturales y a los derechos de los trabajadores.

 3. Reducir

No hay que dejar de consumir, sino hacerlo con cabeza. Antes de hacerlo, hay que preguntarse si es realmente necesario, aunque eso ya lo habremos hecho en nuestro proceso de reflexión. Después, la ecuación es muy sencilla, y con ella ganamos tod@s: Menos bienes consumidos = Menos gastos económicos = Menos consumo de recursos naturales = Más recursos para otras personas que los necesiten. ¿Cómo?

–          Evitando empaquetados excesivos.

–          Eligiendo tamaños grandes (con productos a granel o en paquetes amplios que podremos cerrar con la clásica pinza, a veces tan olvidada).

–          Disminuyendo el consumo de agua y de energía en nuestra casa.

–          Reduciendo el consumo de carne, excesivo en países industrializados como el nuestro, y aumentando la calidad del producto alimenticio que consumimos, normalmente directamente proporcional a lo ambientalmente respetuosa que es su producción. ¿Sabemos realmente cuánta agua y energía, cuánto combustible, cuántos productos químicos se utilizan en la crianza de una vaca?

 4. Reutilizar

Es básicamente posicionarse en contra de los productos de usar y tirar y hacer lo posible por alargar la vida útil de los bienes que compramos. Ejemplos:

–          No utilizando bolsas de plástico para hacer la compra, sino bolsas de tela.

–          Usando pilas recargables, más caras pero más duraderas.

–          Aprovechando embalajes (cartón, cristal, etc.) para guardar otras cosas antes de tirarlos definitivamente.

–          En este caso, lo barato sale caro para el medio ambiente: los productos con mejor elaboración y mayor calidad duran más tiempo.

–          Informándonos sobre la obsolescencia programada de los bienes tecnológicos, un tema crucial para entender muchos de los problemas ambientales del mundo.

 5. Reciclar

Tenemos la suerte de que en la mayoría de nuestros pueblos y ciudades la separación de residuos está ya muy implantada, con los clásicos contenedores de diferentes colores para cada cosa y puntos verdes (o ecoparques) para casi todo lo demás. Pero hay muchísima gente que aún no recicla. ¿Qué beneficios tiene la separación de residuos para su reciclaje?

–          Lo reciclado no acaba en los vertederos, ya muy saturados.

–          Se elaboran nuevos productos con los mismos materiales, evitándose la extracción de nuevas materias primas y energía.  Por ejemplo, al reciclar una lata de aluminio se ahorra la energía que gastaría una televisión funcionando 3 horas.

–          Otro ejemplo: el compostaje, utilizando los restos orgánicos (contenedores marrones en muchas ciudades) para generar fertilizante natural.

–          Por si fuera poco, la gestión de los residuos y el proceso de reciclado genera empleos, más de los que muchos piensan.

 6. Redistribuir

Las desigualdades entre países industrializados y no industrializados son muy grandes. Si todos los humanos viviéramos como un ciudadano estadounidense necesitaríamos los recursos naturales de 4.5 planetas Tierra. Por ello, habría que redistribuir el consumo (de agua, energía, minerales, alimentos) de manera más equitativa, reduciéndolo nosotros sin comprometer nuestro bienestar para que otros países y generaciones futuras tengan acceso a un planeta Tierra en condiciones de mantener la calidad de vida de los humanos. ¿Cómo? Como decíamos antes, una opción cercana y posible es consumiendo productos de proximidad (“kilómetro cero”), que tienen una menor huella ecológica, o los basados en el comercio justo.

 7. Reclamar

Mediante la participación pública, las iniciativas legislativas populares y otros mecanismos ejercemos el derecho a exigir a las administraciones la mejora ambiental y de nuestras condiciones de vida. Reclamando medidas para preservar el medio ambiente. Reclamando más infraestructuras para facilitar el reciclaje. Reclamando mayor apoyo a las energías renovables. Reclamando la sustitución de las bolsas de plástico de los supermercados por otras reutilizables o biodegradables. Reclamando mayor participación en las decisiones medioambientales. Realizando, al fin y al cabo, un consumo responsable: es nuestra manera de reclamar a las empresas que incluyan la variable ecológica en sus productos.

Fuente inicial: http://www.consumer.es/web/es/medio_ambiente/urbano/2010/11/11/197038.php

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