Es difícil saber cuándo empieza una civilización y acaba
otra, o cuándo acaba una cultura y empieza otra. Esto se hace muy evidente en
las costumbres, lenguas y tradiciones
que comparten pueblos, que nos hacen ver que las fronteras sólo son líneas
imaginarias. En Itinerantur hemos tenido la ocasión de ver de cerca el nacimiento
de la Conlloga-Muixeranga de Castelló, por eso hoy queremos hablaros sobre las muixerangues, la tradición valenciana
que da origen a los castells
catalanes.

La Conlloga-Muixeranga de Castelló en la Fira i festes de la Magdalena de 2015. Fuente de la imagen: https://www.facebook.com/conlloga?fref=ts.
A principios del siglo XX fueron muchos los valencianos que
se desplazaron al Delta del Ebro para empezar a plantar arroz, y con ellos se
llevaron sus costumbres: sus maneras de cocinar el arroz, sus populares barraques y su danzas: las muixerangues.
Pero la historia no empieza aquí: retrocedamos unos siglos y pongámonos en
situación.
Las muixerangues
son un conjunto de cuadros plásticos en las que se ejecutan danzas y torres
humanas. De hecho, algunos estudios apoyan la teoría de que estas
representaciones tenían su origen en el siglo XV en los entreactos de las
representaciones teatrales para entretener al público asistente. A partir del
siglo XVII ya encontramos documentos que hacen referencia a algo llamado Ball
de Valencians o Ball de Locos en el Camp de Tarragona y sus alrededores.
Este baile de
valencianos no era siempre igual, y se dividía en diferentes partes: incluía
danzas con castañuelas, bastones y arcos. En tierras valencianas la parte
bailada y compuesta por torres humanas –la moixiganga,
que después pasaría a conocerse como muixeranga– fue ganando autonomía por su
espectacularidad. Poco a poco, la religión se fue apropiando de esta tradición y
empezó a utilizar estas formaciones en sus procesiones.
En municipios de
la Ribera del Xúquer esta tradición se conserva viva desde el siglo XVIII, como
sucede en la célebre Algemesí, donde se celebran las Fiestas de la Mare de Déu
de la Salut, declaradas Patrimonio de la Humanidad. Tras una crisis de
participación en el año 1973 se creó la asociación Amics de la Muixeranga
d’Algemesí, que mantiene y refuerza la tradición tal como la conocemos hoy en
día.

La Muixeranga d’Algemesí y la Nova Muixeranga d’Algemesí en las Festes de la Mare de Déu de la Salut. Fuente de la imagen: https://www.facebook.com/muixeranga.dalgemesi.
También se
conservó en las celebraciones religiosas de otros pueblos, como son l’Alcúdia,
Peníscola, Forcall, Titaguas o l’Olleria. Las representaciones no sólo se
hacían en esos municipios, sino que las encontramos documentadas ya a finales
del siglo XVIII y principios del XIX en lugares como Arboç, Barcelona,
Tarragona y Vilafranca, bailadas por valencianos y acompañadas de dolçaina i tabal.
A principios del
siglo XX, la migración masiva de los valencianos hacia las Terres de l’Ebre
hace que este baile se extienda rápidamente, y a partir de este momento surgen
un sinfín de colles castelleres, declaradas
Patrimonio de la Humanidad también, que eliminan la parte del baile para
quedarse con las torres humanas, que destacan por su verticalidad. El movimiento
en nuestras comarcas mantiene el baile y valora las figuras plásticas, por ello
sus construcciones son más horizontales que las catalanas. A finales del siglo
XX es cuando el movimiento recupera su fuerza en todo el territorio valenciano,
y empiezan a surgir múltiples asociaciones que ponen en valor esta tradición:
desde la Nova Muixeranga d’Algemesí en
el 1997 hasta la Muixeranga d’Alacant en 2014, toda la geografía valenciana
acoge y divulga esta antigua tradición con los brazos abiertos, ya sin el matiz
religioso de antaño. Tarragona, por su parte, celebró el año pasado el mejor
Concurs de Castells de la historia, con 41 de estas colles y tres
espectaculares formaciones de 10 pisos de altura.

Mapa de las muixerangues en activo. Fuente de la imagen: Kassim Carceller, de la Conlloga-Muixeranga de Castelló.
¿Por qué esta
pasión por las torres humanas? Para los que nunca lo han visto es difícil de
entender. Debe de doler, dicen unos; es peligroso, dicen otros. A caballo entre
la tradición y el deporte, el hecho muixeranguer o casteller va mucho más allá:
representa valores como el esfuerzo, la superación o el trabajo en equipo. Son
agrupaciones en las que todo el mundo es bienvenido. Es necesaria gente de
todas las edades y forma física para alzar las torres, cosa que hace que para
muchos la muixeranga no sólo sea una manera de mantener viva la cultura de un
lugar, sino también una segunda familia. Para comprobarlo sólo hay que ver a uno
de estos grupos en acción y respirar el ambiente de la plaza: así entendemos la
belleza de esta tradición y el interés de la gente por mantenerla.