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Madres: instinto y evolución

29 de abril de 2025

No cabe duda de que la figura materna resulta determinante en el crecimiento y desarrollo de cualquier ser humano. Desde nuestra perspectiva, el vínculo existente entre una madre y sus hijos, constituye el apoyo vital que como seres vivos requerimos para hacer frente a la propia naturaleza. Un papel clave en las etapas más tempranas de nuestra vida, gracias al cual adquirimos los conocimientos y habilidades necesarias durante la edad adulta.

En este sentido, el rol de la madre en el mundo animal es igual de relevante. Son precisamente las madres las principales encargadas de proteger y mantener a las crías, una labor que conlleva un elevado consumo de energía, tiempo y esfuerzo. Sin desmerecer la figura paternal, lo cierto es que si los machos contribuyen en muchos casos al cuidado de las crías, son generalmente las madres las que más se preocupan por el cuidado de su descendencia.


Millones de años de evolución han confirmado a la figura materna como la clave tras la prosperidad de sus descendientes. Una evolución de la que se desprenden los cambios y transformaciones que biológicamente han ayudado a las madres en esta cuestión. Así, entra en juego el conocido como instinto maternal. En el caso de las madres humanas, según estudios realizados por los investigadores Swain y Lorberbaum entre otros, se ha demostrado que son capaces de reconocer los llantos de sus hijos, activándose en este momento zonas del cerebro asociadas con el comportamiento maternal.

Esto permite a la madre centrarse por completo en el bebé, aumentando su capacidad de atención, expresión y afecto. De hecho, estos instintos transforman a la madre durante el embarazo y a partir del nacimiento. Estímulos como el tacto, el olor y la visión del bebé, generan en la madre una serie de reacciones cerebrales que producen placer y relajación. Todo ello contribuye en el desarrollo de la sensibilidad maternal, o capacidad de la madre para responder a las necesidades de su hijo.

No obstante, a pesar de la importancia de un instinto maternal desarrollado, este no lo es todo. Un claro ejemplo de ello lo encontramos en uno de nuestros parientes más cercanos, los gorilas. Tal y como explica la bióloga Lucía Gandarillas, a pesar de tener un instinto maternal muy desarrollado, sin el apoyo de la familia, las madres gorilas primerizas que no se han criado con una figura materna a su lado, no sabrían como cuidar a su bebé.

Como vemos, independientemente de la especie de la cual se hable, todas las madres comparten un objetivo en común, ver crecer y prosperar a sus hijos. Con la llegada de mayo, celebramos la figura de la madre como piedra angular de la familia, reconociendo su valor como protectora y guía en el sendero de la vida. Por todas y cada una de las madres que con vuestro esfuerzo hacéis girar el mundo cada día, nuestra madre tierra.

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