Seguimos hoy con la otra parte de una ecuación que empezamos a resolver el otro día con el artículo sobre los pulgones y los más antiguos pastores que existen: las hormigas. Nos faltan dos elementos en la eco-ecuación: los seres humanos y las mariquitas, las acérrimas enemigas de las hormigas.
A estos pequeños insectos coleópteros (vulgarmente y para entendernos podríamos decir que son como pequeños escarabajos) de la familia de los coccinélidos se les llama mariquitas en España y ciertas partes de Sudamérica, pero tienen muchísimos otros nombres porque sus más de 4500 especies están repartidas por todo el mundo. Y ciertamente son unos pequeños seres del micro-mundo muy especiales por varios motivos.
Los vivos colores de las mariquitas sirven para mantener alejados a sus depredadores, que suelen asociar los colores llamativos –sobre todo el naranja y el amarillo con el negro- con veneno o peligro en general. Si a estos vivos colores de alarma les añadimos que las mariquitas emiten (para defenderse) un fluido amargo por los segmentos de sus patitas, los pájaros y otros depredadores principales aprenden rápido que es mejor no comerlas.
Dado que son tranquilas, coloridas e inofensivas para los humanos, las mariquitas son vistas con simpatía e, incluso, se les considera en algunos lugares como signo de buena suerte y de buenas condiciones climáticas. Vamos, que si hay mariquitas volando alrededor se podría considerar que todo va bien. Y tiene mucho sentido, porque las mariquitas son frágiles indicadoras del buen estado ecológico de un ecosistema: somos nosotros, los humanos, los que con la introducción de especies invasoras y nuestros agresivos productos fitosanitarios acabamos con ellas y con su alimento. Que cada vez haya menos mariquitas en nuestros campos no es ninguna buena señal, y en este documental sobre la permacultura (agricultura integrada en los procesos ecológicos naturales) nos lo explican muy bien.
Además, y es por esto que las aprecian tanto en el mundo rural, son depredadoras naturales de los pulgones, pulgas, ácaros, cochinillas y demás voraces plagas agrarias, con lo cual son enemigas acérrimas de las hormigas, ávidas consumidoras de mielada de pulgón. Una mariquita adulta puede consumir más de mil de estos bichos durante el verano, y una hembra puede poner más de un millón de huevos. Si multiplicamos, nos daremos cuenta de por qué son considerados como insecticidas naturales. Por ello se las utiliza como control biológico de plagas en lugar de usar productos químicos (aquí un ejemplo a gran escala en Almería).
Mariquita devorando un pulgón. Fuente: Wikimedia Commons.
En la web chilena www.sumargico.cl nos cuentan un caso clásico de “chinitas” (mariquitas) ayudando al agricultor: “En 1868 se introdujo en las plantaciones de cítricos de California una plaga: Icerya purchasi, un cochinilla algodonosa. Pocos años después, los agricultores quemaban sus plantaciones de naranjas y limones, no encontrando forma de combatir este insecto. En 1888 el Dr. Albert Koebele descubrió en un jardín de Adelaida, Australia, a la chinita Rodolia cardinalis alimentándose de Icerya purchasi. Introducidos 514 ejemplares de esta especie en California en 1889, rápidamente logró un control efectivo de la plaga. Actualmente se ha introducido esta especie de chinita en muchos países en el mundo.”
¡Pero mucho OJO! La introducción de especies foráneas de mariquitas ha de ser muy estudiada y hacerse con absoluto esmero científico. Como explican aquí, hace poco se introdujo una especie de mariquita asiática en Europa y Norteamérica para utilizarla como control de pulgones. Es tan voraz que, cuando acaba con todos ellos dejando sin comida a las especies autóctonas, empieza a comerse a éstas y a otros insectos beneficiosos, temiéndose incluso que se acaben por extinguir varias especies locales. Está más que visto que siempre que metemos las manos en los ciclos biológicos acabamos por perjudicarnos a nosotrxs mismxs y a otros seres que no hicieron nada para merecérselo…
Por último, desde taringa.net nos dan unos consejos para atraer a las amigas mariquitas a nuestros jardines: “Recuerde que las plantas en flor son una deliciosa fuente de néctar y polen. Una esquina del jardín con malas hierbas y un plato poco profundo con agua también las atraerán. Procure no usar pesticidas químicos. Deje algunas hojas muertas en las plantas o en el suelo durante el invierno, y así les brindará lugares cómodos donde hibernar. Trate de no aplastar ninguno de estos insectos, ni los huevos que encuentre en el jardín, pues podría acabar con la siguiente generación de mariquitas. No olvide que incluso con una cantidad mínima de estos atractivos insectos podrá mantener a raya las plagas de su jardín sin necesidad de recurrir a pesticidas nocivos. Si los cuida, sabrán recompensarle.”