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¿Sabías que… flores, fiestas y fuego tienen mucho en común?

La llegada de la primavera trae consigo el renacer de la naturaleza, pero también el estallido de tradiciones llenas de luz y color. En Castellón, marzo es sinónimo de la Fiesta de la Magdalena, una celebración que rinde homenaje a los orígenes de la ciudad y que llena las calles de devoción, música y alegría.

La Romería de les Canyes, el acto central de la Magdalena, es un viaje al pasado que conecta a los castellonenses con la historia de su traslado desde la ermita en la colina hasta la actual ciudad. Es un día de camino, de compartir y de reafirmar la identidad local. Pero la fiesta no se queda solo en la tradición: durante toda la semana, las gaiatas iluminan Castellón como un reflejo de aquella primera luz que guió a sus fundadores.

El fuego también es protagonista, mascletás, castillos de fuegos artificiales…, cerrando el ciclo festivo con un mensaje de renovación y transformación, al igual que la primavera reaviva la naturaleza.

Por supuesto, las Fallas de Valencia comparten este espíritu de renovación, con sus monumentos que arden en la Noche de la Cremà, dejando paso a un nuevo ciclo. Ambas festividades, cada una con su esencia, nos recuerdan que la tradición y la naturaleza van de la mano: el fuego purifica, las flores embellecen y la primavera nos invita a celebrar la vida en todas sus formas.

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