Como siempre decimos en Itinerantur, en el Mediterráneo naturaleza y humanidad siempre van unidas, porque la cuenca mediterránea lleva habitada desde hace milenios, y los recursos naturales disponibles son los que han moldeado nuestra civilización, al igual que nosotros hemos moldeado la naturaleza. Por ello es raro poder hablar de sitios vírgenes. Salvajes sí, pero vírgenes…
En cambio, las costas de la Serra d’Irta son uno de esos enclaves privilegiados en los que aún podemos hacernos una idea de lo que en su día fue el Mediterráneo original, pues representa la última sierra virgen del litoral valenciano, con una costa alta de acantilados, playas de arena y cantos rodados y pequeñas calas donde perviven importantes ecosistemas, muchos de ellos -como los protegidos en sus 3 Microrreservas de Flora– únicos en el mundo. Discurre entre Peñíscola y Alcossebre a lo largo de 15 Km prácticamente inalterados en los que podemos encontrar el acantilado de la Torre Badum, el más grande de toda la C.V., calas paradisíacas como la Argilaga, dunas fósiles de miles de años de antigüedad como la del Pebret, e, incluso, manantiales a pie de playa. Es, sin duda, una de nuestras joyas mediterráneas. ¡Visitándola con respeto y curiosidad ayudaréis a conservarla!