LA PESCA (IN)SOSTENIBLE
PARTE 2: La pesca es una actividad industrial
Fuente: National Geographic
Volvemos a la pregunta inicial: ¿puede ser la pesca una actividad sostenible? La directora de campañas de pesca de Oceana Europa, María José Cornax, dice: “No existe una definición de sostenibilidad en su conjunto para la pesca. El consumidor no puede evaluar correctamente qué pescado es sostenible y cuál no lo es. El consumidor no puede tomar una decisión informada en este momento». Actualmente, la pesca es una actividad industrial, con gigantescos barcos llenos de maquinaria capturando una cantidad desmesurada de peces en sus gigantescas redes. Lejos queda la imagen del pequeño barco pesquero local que sale a alta mar a capturar únicamente una pequeña cantidad de pescado y regresa por la tarde al puerto. La doctora y bióloga marina Sylvia Alice Earle asegura: “La estimación es que para mediados del siglo XXI, si seguimos capturando peces silvestres al nivel que tenemos hoy, no habrá suficientes peces para capturar”, pronosticando océanos prácticamente vacíos para 2048. Esta última afirmación queda demostrada con ejemplos como el del atún rojo, una especie que ha sufrido una caída del 97% en los últimos 20 años y que, por motivo de la pesca ilegal, se encuentra al borde de la extinción.
Fuente: Sensacine “Seaspiracy”
Ante estos problemas, ¿puede ser la cría en piscifactorías una solución al problema de la sobrepesca de especies silvestres? Lo cierto es que no, debido al cautiverio los peces desarrollan una serie de problemas para su salud que hace peligrar la nuestra al ingerirlos, como por ejemplo enfermedades, piojos y la generación de grandes cantidades de desechos.
Uno de los muchos efectos adversos de la acuicultura es la fuga de las especies cultivadas, que pueden pasar a ser especies invasoras en el paraje local ocasionando consecuencias negativas para las especies locales, además de la transmisión de enfermedades. Otro de los problemas es la alimentación de las especies de peces carnívoras. Un dato sobre esto que nos llama enormemente la atención es que el 20% de la pesca mundial se destina a la fabricación de harinas de pescado para abastecer a piscifactorías y también a ganaderías (La Vanguardia, 2020). Sin embargo, el problema al que sin duda se le presta más atención actualmente es al gasto energético que suponen las piscifactorías, para el cual se han planteado soluciones como el uso de energías renovables.
Otro de los problemas que impiden que podamos hablar de pesca sostenible es la captura de muchas otras especies marinas atrapadas por las redes de pesca por error. Es lo que denominamos “captura accidental” (Seaspiracy, 2021). El ecologista George Monbiot afirma que, mientras el plástico mata a 1.000 tortugas en los océanos, los barcos pesqueros capturan, hieren o matan a 250.000 tortugas marinas. Por otra parte, encontramos el testimonio del capitán Peter Hammarstedt, de la sociedad de conservación sin fines de lucro Sea Shepherd, que dice: “Una de las cosas más impactantes que la mayoría de la gente no se da cuenta es que la mayor amenaza para las ballenas y los delfines es la pesca comercial. Más de 300.000 ballenas y delfines mueren cada año como captura incidental de la pesca industrial».
Está demostrado que los cetáceos poseen una inteligencia muy similar a aquella que presumimos los humanos: viven en grupos y entre ellos mantienen relaciones complejas y estrechas. También utilizan sonidos específicos según el individuo (como si se llamaran por su nombre) y cazan de forma cooperativa. Además de todo esto y mucho más son capaces de interactuar con humanos y otras especies llegando incluso a cuidar a crías que no son suyas y disfrutar del juego social (ABC, 2017). Sabiendo esto, ¿somos realmente conscientes del daño que les ocasionamos? Claro que siempre es más fácil mirar hacia otro lado, ¿no es así?