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LAS FLORES TRANQUILAS EN LA CIUDAD DORMIDA

4 de mayo de 2020

Hace casi 20 años que Joan, una persona muy querida por nosotros, animaba de esta manera a la fundadora de Itinerantur a prestar más atención al mundo vegetal que a la biología humana: “¡Las plantas son mucho más agradecidas que las personas!”

Estos últimos meses, en los que hemos estado experimentando el mundo sin nosotros, aquella frase ha cobrado, de nuevo y rabiosamente, vida. Y no hace falta adentrarse en un prado o en un bosque para comprobarlo: basta con poner un pie en la calle (¡ahora que podemos!)

Después de un año hidrológico tremendamente lluvioso, con la gente encerrada en casa y las brigadas de jardinería dedicadas a otras faenas, cualquier grieta en la acera, alcorque descuidado, socavón en la calzada, zanja en el descampado, alféizar abandonado o cerradura oxidada se ha convertido en un jardín en miniatura, en un regalo para la vista y el olfato, en una fiesta para los miles de insectos que volvemos a ver revolotear y que están disfrutando de lo lindo, casi tanto como los pájaros que se los zampan al vuelo cual peces voladores devorando aeropláncton.

Sin ánimo de descubrir nada nuevo ni revolucionar las redes sociales con asombrosas imágenes de un mundo salvaje que vuelve a recuperar el espacio perdido, os presentamos a continuación algunas pequeñas y humildes maravillas que hemos ido encontrando alrededor de casa, apenas a 100 metros a la redonda. ¡Menudo respiro de color nos están dando!

 

  • Nombre científico: Cerastium glomeratum

Nombres vulgares: Oreja de ratón, pamplinillas, borrisol.

Habita en variedad de ambientes de toda Eurasia. Es lo que se dice cosmopolita, tanto que en Benicàssim ha elegido un maltrecho escalón de acceso a una casa, como queriendo avisar del peligro de caída a quien vaya a entrar. Eso sí, si al final tropiezas, esta plantita puede aliviar tu dolor, ya que posee componentes analgésicos.

 

  • Nombre científico: Convulvulus althaeoides

Nombres vulgares: Campanilla, correhuela, corretjola de serp.

Seguro que habéis visto a esta trepadora mediterránea multitud de veces, alegrando rejas y vallas con sus vistosas flores rosas. ¡Nuestra pequeña Júlia dice que huelen a azúcar! En verano es cuando la veréis en todo su esplendor, justo cuando más la podríais necesitar, ya que bien preparada alivia las picaduras de insectos.

 

  • Nombre científico: Diplotaxis erucoides

Nombres vulgares: Ravaniza, oruga silvestre, ravanell, citró.

A este prodigio de las cunetas y los rastrojos lo podréis ver durante casi todo el año: no le gusta esconderse y florece tras la mínima lluvia. Además, y como tantas otras hierbas comunes, es comestible. Un secreto: nuestro amigo Nico, chef del Pou de Beca, nos enseñó cómo preparar un espectacular wasabi autóctono con sus pequeños y alargados frutos.

 

  • Nombre científico: Galium aparine

Nombres vulgares: Amor de hortelano, azotalenguas, apegalòs, raspallengua.

Esta planta, literalmente, está hecha para quedarse contigo: está cubierta de infinidad de pequeños espolones como los del velcro. Parece que su nombre latín proviene del griego gala (leche), ya que se utilizó para cuajar la leche y fabricar queso. ¿Os habéis fijado? Otra plantita la acompaña en tan humilde hogar: ¡arriba a la derecha podéis ver una Euphorbia!

 

  • Nombre científico: Oxalis pes-caprae

Nombres vulgares: Agrios, agricos, agrets, vinagrella.

Que el precioso color amarillo de sus flores no os haga olvidar que es una de las hierbas invasoras más peligrosas que tenemos por aquí. ¡Lo cubre todo! Mirad cómo quiere escaparse del murete en el que la encontramos. Lo único que la salva es que es comestible: refresca ensaladas y bebidas, ¡y aumenta el apetito!

 

  • Nombre científico: Petunia x hybrida

Nombre vulgar: Petunia.

Hace siglos trajimos a las petunias de Sudamérica para darle más color a nuestros parterres. Está visto que se adaptaron muy bien… Y si no que se lo digan a esta de la foto: un híbrido sin complejos que busca el calorcito mediterráneo. Al fin y al cabo son de la familia de los tomates, las patatas o las berenjenas, ¡y a todas les encanta tomar el sol!

 

  • Nombre científico: Sonchus tenerrimus

Nombres vulgares: Cerraja menuda, de pared o tierna, llitsó de paret.

Crece por doquier, ya sea en ambientes súper urbanizados como en pleno campo. Y siempre asoma sus flores amarillas como diciendo “cómeme”. Y es que las cerrajas, con sus tiernísimas (tenerrimus) hojas, son unas de las verduras más conocidas de nuestro entorno, comiéndose a menudo hervidas o en ensalada. Bon profit!

 

¿No pensáis que nuestras ciudades serían mucho más bonitas, sanas y amables con estas hierbas y flores creciendo aquí y allá, en cualquier lugar libre de asfalto? Ya habéis visto que poco espacio y ningún cuidado les hacen falta.

¡Nos dan tanto a cambio de tan poco!

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