Seguro que todos hemos visto a uno de estos bichitos en nuestro jardín, o en el campo, en huertas, etc. Este animal es fácilmente reconocible por su método de defensa: hacerse bola. Lo cierto es que este pequeño es a menudo, y erróneamente, tachado de insecto, cuando lo cierto es que se trata de un suborden de crustáceo isópodo terrestre. Entre otras curiosidades, tienen siete pares de patas y, ¡no orinan!
¿Y qué es lo que los hace tan especiales? Su capacidad para eliminar los metales pesados del suelo y proteger las aguas subterráneas. Las cochinillas toman metales pesados como el plomo (Pb), el cadmio (Cd) y el arsénico (As), y cristalizan estos iones en sus entrañas. Las toxinas de esos metales pesados se convierten en depósitos en su intestino cuya función final es convertirlos en seres resistentes a ambientes y condiciones severas, por ejemplo por contaminación química. Además, esto provoca que esos metales tóxicos no se filtren en el agua subterránea, por lo que mantienen tanto el agua como la tierra limpia y saludable.
