Hoy pedimos el café para llevar. Acompañaremos a Begoña Dupuy -antropóloga social y cultural asentada en Les Coves de Vinromà-, en su reparto semanal de pan, el producto que ella elabora de forma artesanal, tal y como se hacía antiguamente.
En nuestro viaje, vamos a conocer de cerca dónde, cómo y por qué la panadera del Mas de Calduch crea red entre diferentes puntos de nuestra sociedad, abriendo camino a nuevas posibilidades de vivir y trabajar; y aprovecharemos la ocasión para hacerle unas preguntas sobre temas como la soberanía alimentaria, entre otras cosas.
Los escenarios, muy diversos y con personalidad propia, tienen un carisma que define muy bien aquello que venimos a contar hoy, el autoabastecimiento y la comercialización, teniendo como base la agroecología y el desarrollo rural sostenible.
Existen personas concretas trabajando en la creación de vínculos entre aquello que entendemos como vida rural y vida en la ciudad.
“Tejer esos puentes urbano – rural es imprescindible”
“Recuperar saberes y conectarlos al mundo de hoy”
Son algunas de las afirmaciones recogidas en el microdocumental Paisatges del Maestrat, producido por Itinerantur en 2018. En él, Begoña reflexionaba acerca de lo importante que es para nuestra sociedad entender la forma de vida de antaño, así como transmitirla y, por supuesto, recuperarla.
“Las nuevas generaciones están olvidando esta forma de vida. Un papel muy importante es ir a las ciudades y contar todo esto, demostrarle al mundo que se puede vivir en el campo, que hoy en día no es tan esclavo como lo era hace cien años”
Tras 3 años de la grabación del microdocumental, nos volvemos a encontrar con ella para mostrar y contar una pequeña parte de su proyecto de vida, y todo mediante un producto tan básico como el pan, nexo entre un entorno y contexto rural y la vida en la ciudad.
¿Crees que existen alternativas a nuestra actual economía con el objetivo de alcanzar una sociedad más justa social y solidariamente?
“Pues bueno, yo creo que sí que existen alternativas o, por lo menos, quiero creer que sí, ¿no? Es una manera de mantener la esperanza, por supuesto. Creo también que es muy difícil cambiar el sistema en el que vivimos; el statu quo que hay al final interesa a mucha gente, y especialmente a nosotros, que vivimos en el primer mundo, pues quieras que no, observamos muchas injusticias y devastación a nuestro alrededor, pero vivimos con grandes privilegios, lo que hace que sea muy difícil cambiarlo (…) Pero bueno, sí que creo que las iniciativas pequeñitas y muy locales, en las que somos muchas las personas partícipes y que lo intentamos, nos encontramos con mayores dificultades en el camino, pero intentamos crear un mundo un poco más justo y un poco mejor repartido, y, sobre todo, más cuidado.”
¡Los panes de Begoña llegan a Mislata!
Nuestra primera parada se encuentra en la provincia de Valencia, concretamente en el municipio de Canet d’En Berenguer. En el huerto de G.A.T.A. -Grupo Autónomo de Transición Agroecológica de Morvedre- Titín y Toni preparan las cestas con productos de la huerta que suministran cada 15 o 20 días. Serán transportadas hasta su punto de recogida por el consumidor final, en el pueblo de Mislata (Valencia).
Por cierto, están de celebración. Este año cumplen 10 años de su fundación y aprovechamos para darles la enhorabuena por su empeño en establecer y crear conciencia en formas alternativas de consumo y producción.
Otras maneras de consumir y producir son posibles
La coordinación y cooperación de todas aquellas personas que hacen posible que proyectos como este sigan a flote, demuestran que existen otras maneras de comercializar, mucho más beneficiosas para la sociedad y las relaciones humanas.
Tomamos rumbo hacia Almassora, donde se encuentra uno de los puntos de recogida de pan de Begoña.
Durante el trayecto, nuestra protagonista recuerda lo emocionante y excitante que le parecía la vida rural cuando llegó a la masía, ya hace casi una década.
“Cualquier trabajo de campo era una nueva aventura. Daba igual que tuviéramos que desbrozar o limpiar un corral de animales, teníamos motivación por todo”.
Aprovechamos el trayecto para seguir entrevistándole.
¿Qué entiendes tú por una comercialización más justa? ¿Qué ventajas obtendría nuestra sociedad y sus individuos de aquello que llamamos autoabastecimiento?
“Qué difícil, ¿no? Porque aquí entramos en temas de equidad, igualdad, etc., y lo que es igual para uno, no es igual para el otro, y quizá yo necesito cien y otra persona con cincuenta ya se sabe apañar (…). Una comercialización justa considero que es aquella en la que todas las partes pueden jugar un poco con las mismas reglas y con el mismo punto de partida, y bueno, y eso se traduce, sobre todo, en una comercialización más directa, sin intermediarios; relaciones directas, en las que nos conocemos de tú a tú, donde las relaciones estén basadas en la confianza, desde la cercanía, el ponernos cara, y creo que eso es mucho más fácil de conseguir a un nivel local. Se trata de un intercambio, ¿no? ¿Y qué ventajas obtendría? Pues el autoabastecimiento tiene bastantes, ¿no? Las primeras serían, sobre todo, medioambientales, las cuales crearían un impacto importante. Evidentemente, hay cosas que tienen que seguir importando, pero, hoy, por ejemplo, he ido a coger papel higiénico a un supermercado y he visto el origen de las naranjas. Me apetecían unas naranjas y he visto que eran de Sudáfrica. Por supuesto, viviendo aquí desde luego que no las voy a comprar.”
Durante los últimos años escuchamos mucho eso de soberanía alimentaria ¿Cómo definirías el término? ¿Qué beneficios aporta a una sociedad? ¿Debería ser el futuro?
“La soberanía alimentaria es el derecho de las personas, de los pueblos y de los territorios a decidir de qué manera quieren y pueden alimentarse, como existen hoy en día unos lobbies agroalimentarios qué son los que marcan las políticas de aquello que se cultiva, de los cultivos que se quitan, de las semillas que se pueden comercializar y las que no, etc. Digamos que esta soberanía es la que da a las personas y al pueblo la esa capacidad de decidir. ¿Y qué beneficios aporta? Pues bueno, es una política que se basa en el cuidado; que sigue un poco a Yayo Herrero y a otras tantas feministas y ecologistas que desplazan un poco la economía del centro, de los valores y de aquello que tiene importancia para poner en el centro la vida, con sus cuidados, con sus vínculos y relaciones. Esos beneficios tienen hoy el poder de conseguir una sociedad en la que se cuidan mutuamente y en la que cuidar el entorno. Creo que debería ser el futuro porque necesitamos más soberanía y más capacidad de decidir en todo, ya sea en la alimentación, en la tecnología, etc. En todo.”
“Hacer todo por ti misma”
Nos cuenta Begoña cómo las gentes del lugar se extrañaban de su poca experiencia en las labores del campo. Recuerda entre risas cómo le preguntaban si en las universidades de Madrid no enseñaban cosas tan básicas como saber manejar un tractor.
“Hoy en día tengo la suerte de moverme entre estos dos mundos ya que, las ganas de vivir en un entorno natural y un contexto rural, no han marchado”, nos asegura.
Haciendo comunidad
En el bar Boqueres de Almassora nos espera Ángela, regente del bar y consumidora habitual de los panes del horno de Begoña.
“Cada vez son más las personas que me piden el contacto de Begoña, incluso hay una chica de Moldavia, mi país de origen, que compra este pan porque le recuerda al de allí”.
Llegamos a nuestra última parada de la jornada, la Carnicería Robres, ubicada en Castellón. Es un lugar donde los productos locales, ecológicos y el compromiso de calidad con el consumidor son un referente. Así pues, también es un punto de recogida para todo aquel que quiera disfrutar del pan artesanal cocido a horno de leña en el Mas de Calduch por Begoña Dupuy.
¿Te gustaría añadir o comentar alguna otra cosa?
“Tenemos que darnos cuenta del poder que tenemos las personas como consumidoras, y de la importancia de consumir con conciencia, con responsabilidad y con lucha social también. Se debe rechazar aquellas cosas que sabemos que no tienen ningún sentido, y darnos cuenta de la importancia de esto, del consumo local, de cuidar el entorno, de que no podemos comprar ilimitadamente todo el rato aquello que viene de fuera. Y es que con el clima mediterráneo del que disponemos, tenemos la suerte de poder acceder a una diversidad bastante amplia. Y que sí, que a veces es un rollo, porque claro, ir al súper es muy fácil y cómodo al poder comprarlo todo, pero que hay que currárselo un poquito para encontrar aquellas cosas que realmente nos benefician. No únicamente beneficiarán a nuestro cuerpo porque son sanas, sino que nos benefician como sociedad (…) Apostar por el producto local y por el comercio local entendiendo que va a costar un poquito más, porque claro, no va a estar subvencionado, no tiene las mismas demandas, etcétera. Hay que darle mayor importancia a aquello que comemos.”
Terminamos el artículo dándole las gracias a Begoña por su tiempo y testimonio. Por darnos la oportunidad de conocer más de cerca su experiencia, su modo de entender y apreciar la vida rural pero también, por mostrarnos que nada impide poder disfrutar de ella viviendo en la urbe.
Aquí tenéis el microdocumental Paisatges del Maestrat en el cual se da voz a sus gentes, que siguen en la lucha por el cuidado de su valioso patrimonio material e inmaterial.