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La solución está en los pequeños gestos, aún estamos a tiempo

La situación pandémica actual ha hecho que muchos de nosotros nos replanteemos nuestro tiempo de ocio. Ya no nos motiva tanto visitar lugares concurridos o espacios cerrados, como museos, iglesias, castillos, centros culturales, etc. Nuestras prioridades han cambiado. Ahora lo que muchos de nosotros buscamos es la desconexión y la tranquilidad que solo puede ofrecernos la naturaleza y los entornos rurales, ya sea para sentirnos más sanos y a salvo de posibles contagios, ya sea para escapar de la sobresaturación de informaciones negativas, sesgadas, tristes… Que nos ponen al límite del bienestar psicológico.

En las últimas décadas el interés de la población por el ecoturismo no ha dejado de aumentar, y más ahora que hemos sido conscientes, tras los confinamientos a nivel mundial, de lo importantes que son nuestras acciones para el medio ambiente. Le dimos un respiro al mundo y pudimos ver los resultados con claridad, nunca mejor dicho. Recordemos el ejemplo de los canales de Venecia, donde el agua se volvió cristalina al cesar el turismo masivo.

Se ha incrementado notablemente el interés por conocer la naturaleza que nos rodea, y esto va más allá de pasar un domingo en el monte con la familia y disfrutar de un agradable paseo y un picnic. Estamos hablando de replantearnos nuestro rol en el ecosistema, de darnos cuenta de que nosotros somos una pieza más, y ni mucho menos la más importante.

¿Sabemos o conocemos?

Como ya sabréis muchos de vosotros a estas alturas, siempre os decimos que, para llegar a amar una cosa, sentirla como propia y querer conservarla, es imprescindible conocerla primero. Y conocer una cosa no significa solamente ser conscientes de su existencia. Conocer significa saber mucho sobre ella. El primer paso es despertar la curiosidad, eso que hace que deseemos saber más sobre un tema, y para ello es imprescindible que nos lo cuente alguien que sepa de lo que habla, o más importante aún, que le apasione. Aunque el interés por la naturaleza ha crecido, como ya os hemos comentado, hay quienes, como nosotros, ya éramos unos apasionados de ella desde hace mucho tiempo.

¿Os suena el término “infoxicación”? Es como llamamos al hecho de disponer de información en exceso, de modo que al final estamos casi tan confundidos por disponer de muchísimos datos como por no tenerlos. Es aquí donde entramos los guías, los que hemos pasado por ese proceso de “infoxicarnos” y nos hemos quedado con la información justa para despertar vuestro interés. Todos sabemos cosas sobre la naturaleza, ahora queremos conocerla, y después querremos conservarla.

La educación ambiental se vuelve imprescindible, estamos a tiempo

Hemos pasado de concebir la naturaleza como nuestro patio de recreo o nuestra fuente de recursos a entender que somos parte de ella, y a querer comprender su funcionamiento y su importancia. Fue noticia durante todo el confinamiento cómo la naturaleza se estaba “recuperando” mientras le dábamos un respiro, pero, ¿por qué ese respiro no puede ser compatible con nuestro modo de vida? ¿Realmente ha sido tan difícil o traumático dárselo? No. Simplemente ha sido la suma de pequeñas acciones que todos nosotros podemos emprender, y que ya hemos visto que pueden dar resultados más pronto de lo que creemos.

Acciones tan sencillas como reducir el consumo, caminar más que conducir o apostar por el comercio de proximidad son pequeñas, sencillas y al alcance de todos, y hemos comprobado que pueden generar grandes resultados a corto plazo. Por eso, es imprescindible que nos pongamos a ello, dándole la importancia que se merece a la educación ambiental.  Estamos en el camino correcto, ahora toca dejarse acompañar por los mejores guías para no perderlo de vista.

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